El Templo del Odio - Capítulo 4


"La sangre caía desde el ojo de la víctima del supuesto sacerdote. Entonces me di cuenta de que hay cosas quse se pueden cambiar. Simplemente no sé como ocurrió."
Paseando por las calles de la ciudad, Damián se dio cuenta de que realmente algo extraño ocurría allí. Aquel lugar enorme, gigante, gutural, a veces grotesco, era un dato interesante. El puzzle se iba armando, pero faltaban varias piezas.
-Asalto en la calle Das Rule #43 con marcas de estrella de 8 puntas.
-Carta que conlleva entre La Ciudad del Diamante y la Ciudad Central.
-Lunáticos asesinos, con la misma estrella. Esa estrella. Esa maldita estrella.
Simplemente hay veces que ese sentimiento de culpa no existe, lo otro es que no se sienta, y que al final se pueda reconocer cómo surge.
-Bu, Buenos días. Sabe, necesito encontrar un lugar para pasar la noche.
-Eeeh, bueno- Dijo el hombre del supermercado al que Damián había llegado casi sonámbulo por lo que había visto -puedo darle alojamiento aquí, con consto, obviamente. Tengo un despacho libre.
-Por favor.
"Esa noche no dormí. Me afilié al viejo y arrendé el despacho. Al otro día salí a buscar pistas. Pistas. Parezco detective, pero qué va. Un reportero es casi eso. Pasé por casi todos los sectores de Diamante Central en 63 días, y aún me faltaban Diamante Norte y Sur (Diamante Central abarca el centro de la ciudad, el este y el oeste de la misma), y en ningún lugar, excepto en el ala poniente de la ciudad, donde en un local habían rastros de haberse llevado a un rehén, tal vez para ejecutarlo nuevamente. Sorpresivamente encontré, al día 87 de mi travesía, a un hombre con el logo en la espalda, al igual que el que robase en mi hogar ase casi un año."
-¡Eh!
El hombre estaba muy concentrado. Casi molesto se volvió hacia nuestro protagonista.
-¿Qué desea, señor? ¿Lo puedo ayudar?
-Eeeh, bueno, me gustaría saber qué va con el símbolo de su polera.
-Es algo bastante personal. ¿Me acompaña...?
-De acuerdo.
Sin pensarlo, movimientos bruscos. Nada parecido. Nada igual. Golpes ciegos. Bomba de humo. Eran ellos...
-¡¡Aaaaaghhffff!! ¡¡Hijo de puta!!- Tal vez un grito. Pero no fue escuchado. Bajo la demencia y el poder las bestias lo arrasaban todo. Las bestias... esas bestias...
"No. Eso de nuevo no. No..."
Tamaño... caballo. Parecido a un león. Negro. El fuego invade sus patas traseras y delanteras. La estrella: en el lomo. escupiendo fuego, una criatura divina destruía el lugar. La misma criatura que había perseguido a Damián y que por su culpa él estaba en la Ciudad del Diamante.
Corrió fuera del edificio, el cual se desmoronaba. De pronto un avistamiento lo detuvo.
"Son miles..."
No tenía pulso. Divisó miles de estas bestias llegando desde la bocacalle a kilómetros de distancia. Ocultóse dentro de una cloaca para ponerse a salvo. Una vez acabó la estampida salió. Y esto fue lo que encontró: 6 de estas bestias de fuego. El edificio en ruinas. Derrumbándose, los edificios de los lados. hombres vestidos con la estrella. Un caos. Enfrentó el miedo. Y utilizó su experiencia en artes marciales.
"De un salto monté a la bestia. De las ruinas del edificio arranqué una viga pequeña, y una cortina gruesa. La utilizé a modo de capa para protegerme de la ola de calor, y sin pensarlo me lancé hacia la bestia."
Entonces tembló la tierra. Vio como todo se estremecía, como se rompía el suelo. Un estruendo, un cuerno. Una criatura. De súbito vio como se le acercaba el cuerno gigante. Aturdido, no pudo hacer nada.
 
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