El Templo del Odio - Capítulo 2



"Maldición. Corre. La niebla, la pesadilla. Corre. ¡Corre! ¿Dónde estoy? Aún me sigue. Maldición. Corre. Avenida Banjo Kazooie. Carajo. Aún estoy a tiempo. No. Corre. Diablos. ¡¡CORRE!!
No. Esas casas. Una sobre otra, edificios de 49 pisos. Tablones. Cuerdas. Una población. Corre. No. Salta. No, a través. Huye. Maldito sea. Corre. Estoy a más de 20 metros de altura. Piso tablas. ¡¡CORRE!! No. Oh Dios. Oh Dios. Oh Dios. Oh Dios. Estoy arriba, yo... corro. Corre. Aún estás a tiempo. Parece que se fue...
-¡¡Splash!!, al lanzar una roca chocó con el agua. Agua. Profunda. Mar. Ruido. Fuego. No. Otra vez... no. ¡NO! Corre. Corre. Corre..."
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-Sí, ¿Se encuentra Damián Gutiérrez? ¿No? Gracias.
-¿Y?
-Hace meses que no aparece el desgraciado. Creo que no volverá.
En el agua yacía el hombre, nadando hacia la orilla, presa de un miedo infernal.
-Es esto insólito... debo encontrar una manera de devolverme.
Paisajes llenos de nieve, tormenta. Era todo impresionantemente blanco, saber dónde estaba era un mito. Las montañas, indescriptibles, alturas magallánicas, apocalípticas cantidades de nieve. Una cabaña en la mitad de la bruma. Una oportunidad. Al tocar a la puerta, un hombre salió muy abrigado, preguntando qué deseaba muy cortésmente.
-Sabe, necesito volver al centro, por favor.
-Pero claro! Viene de la viña samsterhandd, ¿No es cierto?
-Sí. Por favor, ayúdeme.
-Tome el aerodeslizador. Buen viaje.
Se fue. Gutiérrez, inexperto aventurero, instalóse en la cabina y apretóse el botón de partida, habrá comenzado su pesadilla. Simplemente real.
"Esos vidrios estaban polarizados. Estuve casi 3 horas "nadando" en esa cosa. Casi muero..."
Un súbito choque y ha salido disparado por los aires, quien se la buscó entre corazones rotos... Chocóse contra un recolector de agua de lluvia y rodó a la calle. La calle...
Un frío infernal azotaba con fuerza. Grandes montañas cubrían la visión hacia otros lados, quedando visible un increíble panorama. La calle, carretera seguida hacia condominios de casas.
Bajó hasta los condominios, donde encontró una casa abandonada. Subió al segundo piso. Una vez miró por la ventana, impresionóse. No era de día, ni de noche. Rápidamente bajó las escaleras y fue a la calle. Se devolvió hasta el comienzo de la carretera, por donde había bajado. Y ahí estaba, el letrero. Letras grandes... Bienvenido a La Ciudad del Diamante.

1 comment

Alice Carmein.~ dijo...

Me gustó carajo!!!! Sigue escribiendo
Tamani :D

 
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